«Muy vasto es el Mundo de Ariät y, en toda su extensión, tiene cabida toda la fantasía imaginable. Por las tierras que lo forman caminan gran diversidad de bestias y seres, así como nadan en los mares y ríos; se elevan orgullosas y atrevidas cordilleras que quieren tocar el reino del Cielo y pequeños cerros más modestos y vergonzosos; terrenos extensos muy poblados de árboles y plantas y otras más yermos; lugares de gran belleza y singularidad con otras que esconden todo tipo de peligros. La codicia y debilidades de algunos pueblos, el coraje de otros y la humildad de unos pocos están separados por unos límites tan delgados como el afilado metal de las espadas que, en cualquier momento, pueden romper el equilibrio de la existencia.
Una persona, a pesar de todos los peligros y amenazas que se pueda encontrar, se puede sentir deseosa y gozosa de adentrarse en este Mundo. Y más en concreto en esta colosal extensión de tierra, emergida de las profundas aguas de los mares, llamada Nianitnüak en la Lengua del Antigor, la lengua utilizada por los Creadores que compusieron el Mundo de Ariät. Pero debe tener cuidado: este deseo, este gozo, pueden corromper sus pensamientos y hará que no pueda encontrar las palabras apropiados para describirlo a quien no haya osado adentrarse en él. Cabe decir también que, mientras permanezca, tendrá temores de salir, ya que las grandes puertas elaboradas con magia y que permiten el acceso a este Mundo se pueden cerrar y desvanecerse, sin dejar rastro para poder volver a encontrarlas …».
Nianitnüak es el fabuloso continente, situado en el Mundo de Ariät, donde tienen lugar la mayor parte de las grandes proezas y altibajos de mis narraciones creadas por mi imaginario inspirándome en mi entorno, las leyendas que lo rodean y los relatos de J.R.R. Tolkien.